Hace algunos años llegué a la oficina de mi cliente con mi playstation, dos pisos, edificio corporativo, el típico lugar con mobiliario de mamparas, cubículos, islas para trabajar y oficinas acristaladas para los gerentes y directores, ese día llegué a saludar normalmente y en el lugar de atender la orden del dia me fui directo a una oficina vacía que solo tenía una pantalla, busqué algunos sillones que no tenían mucho uso y los arrastré por toda la oficina, con los ojos de todos encima.
Saqué la consola de juegos de mi mochila, la conecté a la pantalla que ahí había, me senté en el sillón y me puse a jugar, la gente me miraba feo, como si estuviera yo en un avión rumbo a mónaco comiendo mi sopa instantanea de camarón y torta de huevo con chorizo que me hizo mi jefa con tanto amor. Ojo, y podía saber exactamente qué era lo que había implícito en todas esas miradas…
Ah pero contexto contexto entremos en contexto, el infame gerente anterior había dejado un ambiente de trabajo tipo medieval, la atmósfera era como estar en las mazmorras frías y oscuras llenas de verdugos esperando el primer error del prójimo para ejecutarle públicamente, las mesas del comedor eran como fosas llenas de grupitos de víboras ponzoñosas con el veneno escurriendoles de los colmillos tan solo apaciguadas por el guiso casero que estos especímenes comían directo de sus tuppers, y que daba una oportunidad justo para que algún valeroso corriera a servirse agua o calentar su comida en el micro antes que volvieran a sacar sus lenguas bífidas y a sisear.
Quienes podían escapar a comer con doña pelos hacían grupos separados y hasta parecía que tenían ya un horario y lugares establecidos para no toparse en el mismo restaurante o fonda o puesto de garnacha.
Y es muy probable que sepas de lo que te estoy hablando, por que este es un escenario común en muchas oficinas, causado por muchos problemas distintos, pero alimentado como gasolina por uno en particular, la envidia.
Mi cliente, el director, intentó con conferencias motivacionales, incentivos estándar, viernes casuales, ya sabes, lo estándar de la industria. Si, si ya se, pobrecitos seres de luz inocentes que son los empleados, nadie los entiende, las empresas son un asco, no ven por su gente, explotadores, bla bla bla, y si, claro que sí hay empresas de ese tipo, pero así como hay jefes pasados de pelotitas, hay también empresas que buscan una estabilidad en el ambiente de trabajo pero muchos empleados que son un asco y nadie les puede decir nada a las criaturitas, quienes siempre culpan a la empresa de sus múltiples y variadas desgracias, entonces se hace un círculo vicioso que es común en muchos lugares: El empleado sobrevive y trabaja lo suficiente para no ser despedido y la empresa paga lo suficiente al empleado para que este no se vaya.
Regresando ese día en la oficina. La primera en tener el valor de asomarse fué Gaby, la gerente de Marketing, la invité a una partida pero se rió y se marchó, al poco tiempo otras personas entraron a investigar que pasaba, pero nadie aceptaba mi invitación para jugar, obvio, por miedo a ser reprendidos y para evitar la incomodidad de estar junto a sus compañeros de trabajo en una reta.
Mi gente y yo estábamos en esa empresa atendiendo algunas cuestiones con el equipo de ventas, al ver mi cliente que este equipo tenía un ambiente interno más sano que el resto de la oficina, me preguntó si se podía hacer algo para que esto se permea al resto de sus colaboradores, vaya, y a mi se me ocurrió presentarme con un playstation, digo, no tenía nada que perder y no te voy a mentir, en ese momento estaba haciendo un experimento social pero como tenía permiso del jefe…
Nono, tampoco soy tan irresponsable, consulté mi choco experimento con colegas y amigos psicólogos, y aunque no recibí la mejor de las motivaciones pues no hay mejor manera de aprender que aventarse y hacerlo, total, ¿Qué podía pasar?
Una vez que el nuevo gerente general emitió las bases para usar la consola de videojuegos, pasó su memorándum y todo se oficializó la gente comenzó a aparecer tímidamente, con los días comenzaron a hacerse equipos, organizamos torneos en cuatro categorías, la aceptación subió y tuvimos que abrir un excel compartido y ahí la gente se anotaba para hacer uso de la consola y entrenar para el torneo que armabamos cada quincena, se comenzaron a hacer grupos de amigos, gente que no se dirigía la palabra inicialmente, que ahora se reunían después del trabajo pues para entrenar, el premio era gordo, había una cantidad de dinero considerable para el ganador y si esa persona estaba en la lista de alto desempeño, se duplicaba. El ambiente era alegre, de euforia y compañerismo, no podía creer que mi plan había funcionado, pero desgraciadamente estaba en un error y pronto todo se me vendría encima…
Y si, lo malo comenzó a suceder… Se empezaron a dar apuestas, lo cual atrajo tensiones, el que no paga, la que no cumple su palabra, el que se sintió estafado, la abusadora, el mañoso, bueno, además difícil de controlar porque así como las tandas, quinielas, el betterware, el nice, el natura, pirámides y flores de la abundancia todo eso se da a escondidas y en contra de las políticas de la empresa, bueno, en muchos lugares así es el caso.
El golpe final a mi sueño utópico de unificar a una oficina por métodos no tradicionales terminó cuando aparecieron los inconformes.
Si, esa gente que no le entraba a jugar, que continuaba sin hablarle a nadie, de hecho el desempeño de varias personas de este grupos comenzaba a mostrar un deterioro semana con semana, ante lo cual me reuní con los más representativos de dicho segmento para entender qué sucedía y de paso obtener un montón de información, no, no me refiero a los chismes de radio pasillo, me refiero a comportamiento, preferencias y datos importantes para obtener el mapa emocional, de engagement y de moral del personal.
Aunado al bajo desempeño, venían las quejas, que a ellos no se les tomaba en cuenta, que no eran personas de videojuegos, que eran introvertidos, que eran parte de una minoría y se les hacía menos, que no tenían tiempo para tonterías, que todo esto afectaba la seriedad del trabajo… Uuy, puedo pasarme todo el día recordando todas las quejas, pero al fina, todo se reducía a la envidia.
Ese sentimiento de que la vida no es justa para todos y que a estas personas les tocó estar en el lado feo, aceptémoslo, la envidia es parte de todos nosotros y muy pero muy poca gente sabe sobrellevarla. Cuando ves a un niño ahí en la banca, viendo a sus amiguitos jugar sin él, puedes darte cuenta en su mirada, está llena de envidia, y es algo que desde esas tiernas edades llevamos con nosotros, que nunca atendemos, es más, que hasta acondicionamos para que crezca y se ponga chula como hiedra que crece y cubre todo a su paso.
Total que me ofrecí a ayudar a este grupo de colaboradores inconformes, implementamos nuevas actividades para que no se sintieran desplazados, mismas actividades que propusieron y aceptaron, pero sabes? después de dos semanas nadie se involucró, era solo el berrinche de querer ser tomados en cuenta, y de no querer permitir a los demás vivir. ¿Por qué es tan difícil solo aceptarlo y ya? “Tengo envidia, la estoy sintiendo”, identifícala, es el primer paso para mejorar tu vida, y no te pases de egoismos… respetar la de los demas!
Entonces por un lado teníamos un torneo que ya estaba poniendose muy pesado, si, donde ya hasta había sabotaje, y por el otro al grupo de inconformes, ambos alimentados por el combustible de la envidia.
Tratar con todo tipo de gente en diferentes ambientes de trabajo no es cosa facil, a eso me he venido dedicando con los clientes que lo requieren, y algo que atiendo al iniciar con nuevos equipos es el problema de la envidia, el enemigo número uno del ser humano y tema frecuente en mis capacitaciones, pláticas y ahora en mis shortcasts.
Oye Bob pero esa no es una historia de éxito, aaaa, depende desde donde la mires, para mi fué genial, aprendí montones de cosas que me ayudaron a desarrollar mejores programas para impulsar e incentivar la genialidad del capital humano, pero lo mas importante y que le digo siempre a mis clientes, no hay transformaciones que se den por arte de magia, llevan un proceso, un tiempo, la mente humana es compleja, por mas que te la quieran simplificar, hay que darle la seriedad y constancia necesaria si no ningún cambio permeará a largo plazo.
Y eso hicimos, comenzamos a implementar poco a poco una cultura de trabajo orientada a la cooperación, a el compañerismo, a la automotivación, autoevaluación y reconocimiento de cada talento, si, mucha gente quiere evitarse esa inversión y ese tiempo pero a la larga si no lo haces, toda esa mengambrea fea que se va a generar acabará cayéndote en la cara y afectando tu negocio, no importa si tienes 2 o 60 colaboradores.
La gente tóxica y negativa es la primera en resistirse pero sucederán 3 cosas… acabará cediendo, renunciando o si es muy intensa si, tendrás que liquidarla, una vez eliminada esa resistencia las cosas son mas fáciles, pero eso si, el proceso lleva su tiempo, si lo abandonas tendrás a un equipo de personas decepcionadas de tu liderazgo y de tu empresa que todos los días te representan frente al mundo ¿Eh?
Un dia un cliente desesperado me dijo: Bob, si tu me preguntaras, yo despedía a todos y volvia a contratar a mi plantilla para traer a gente buena que no esté de envidiosa. Noo, y volverás a pasar por lo mismo si no haces nada al respecto, claro que es responsabilidad de la persona trabajar sus problemas de envidia, si te lo digo a ti personita envidiosita ponte a trabajar en ti, pero tambien quienes te contratan pueden ayudarte y les puede traer muchos beneficios en productividad, es más, no tienes idea de cuanta gente cae en cuenta de su nivel y problema de envidia solo y tan solo cuando comenzamos a hacérselo ver, es un enemigo silencioso que mata ambientes de trabajo todos los días.
Así que si tienes gente a tu cargo, no seas así, invierte en el bienestar emocional de tu equipo, los resultados pueden ser dramáticos. En mi blog y shortcasts hablo con frecuencia de este tema, que para mi negocio es el pan de cada dia y me gusta compartirlo en pro de ayudar a las personas que tienen que lidiar con esto, te puede ser de utilidad.
Mucha gente usa la frase “No puedes hacer a todos felices, siempre alguien se va a quejar” Claro, pero no es lo mismo un 30% de quejas que un 70.
Yo soy Bob el consultor, mi equipo y yo trabajamos todos los días para que los equipos de trabajo de nuestros clientes trabajen en armonía y con eficiencia, para que no haya pretextos mes con mes de por que no llegaron a la meta.
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